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―Sí —contestó el sacerdote—. Todo saldrá bien. El Señor los cuidará.

Los cinco hombres salieron y fueron a Lais, y notaron que allí todo el mundo se sentía seguro y confiado. Vivían a la manera de los sidonios y eran muy ricos. Vivían reposadamente y estaban totalmente desprevenidos para un ataque, porque no había tribus suficientemente fuertes en la región como para que intentaran atacarlos. Vivían a gran distancia de sus parientes en Sidón y tenían poco o ningún contacto con los pueblos cercanos. Los espías regresaron a Zora y Estaol.

―¿Qué hay? —preguntaron—. ¿Qué noticias nos traen?

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